¿Y después, qué?
ECOS DEL SILENCIO
E. Antonio Hernández Peralta
Y culminan las campañas políticas en busca del voto popular en todo el país, tras un lapso en el que permeó que los partidos opositores a la Cuarta Transformación (y por ende a Andrés Manuel López Obrador y el partido por él fundado, Morena); una actitud nada menos que arrabalera, por decirlo de manera elegante, pues tanto PRI, como PAN, PRD y MC, en lugar de atraer simpatizantes planteando proyectos y plataformas para beneficio de la gente, se dedicaron a denostar y a criticar por sistema todo lo que huela a, o emane obradorismo. No propusieron soluciones ni mucho menos estrategias para abatir la pobreza marginal en el país, o resolver el problema agudizado durante el periodo de campañas de la inseguridad, ni tampoco ofrecieron fórmulas mágicas para solucionar los problemas variopintos que aquejan a México.
No, para ellos todo, absolutamente todo, es evitar a toda costa –ayudados por el INE y el TEPJF– que el morenismo vuelva a campear mayoritariamente en el Congreso de la Unión, en las gubernaturas, en los distritos federales y estatales para diputaciones, o en los ayuntamientos.
Pero más que evitar que eso sea una realidad otra vez, como en 2018; todas las fallas y errores creados por las malas prácticas tanto del neoliberalismo como por los prianistas per se, fueron atribuidas a López Obrador y por ende, a Morena. Pero de asumir alguna autocrítica o al menos un reconocimiento de sus yerros, nada.
Hoy, milagrosamente, sí pueden ver que hay gente que muere de hambre o sed; ahora sí se dan cuenta de que existe un país deteriorado; que sí hay disparidad social, económica, política y salarial; en estos días sí pueden notar que el machismo ha privado de sus derechos y de la vida a las mujeres; ahora exigen medidas contra la inflación; contra los salarios dispares entre hombres y féminas, contra la violencia ejercida por grupos criminales, contra la desigualdad entre los niños de zonas rurales y/o indígenas, y los de las ciudades; hasta ahora se dan cuenta que en el país había males por doquier.
Pero lo peor del caso, es que ahora sí tienen idea de cómo combatir esos problemas, mismos que durante más de 90 años fueron ignorados y hasta permitidos o incentivados por ellos mismo. Ahora son expertos en todos los temas, un día son economistas, otro epidemiólogos, otro ingenieros petroquímicos, unos más son sociólogos, o defensores a ultranza de los derechos humanos de los grupos poblacionales más débiles de la estructura social de México, y así.
No obstante, ahora que exigen cómo se deben hacer las cosas, uno no puede evitar preguntarse ¿por qué no lo hicieron cuando tuvieron el poder y el gobierno? ¡Qué raro!
Ojalá aquella gente que aún cree que el PRI, PAN, PRD o MC son los verdaderos salvadores del país, haga un ejercicio de conciencia y sin eufemismos, ni vendas en los ojos, puedan sustraerse del canto de sirenas y ejerzan sin presiones, sin ataduras, un voto razonado pensando en el futuro tanto de ellos como de los que los rodean. Que busquen el bienestar de todos, y no el de unos cuantos; que puedan darse cuenta de los engaños y mentiras que durante más de tres meses vertieron con embudo todos los partidos opositores a AMLO y a su proyecto de nación, para que puedan ejercer libremente su sufragio.
Hago mío, entonces, el reclamo que los neozapatistas emitieron ese 1º de enero de 1994:
¡Ya basta! ¡No más un México sin nosotros!