¿Qué es lo que más teme la oposición a AMLO?

ECOS DEL SILENCIO

E. Antonio Hernández Peralta

Solemos pensar que sólo durante el periodo neoliberal en nuestro país, fue cuando creció como hiedra la corrupción, aunque quienes hemos vivido desde la mitad del siglo XX a la fecha, sabemos que la corrupción puede rastrearse hasta los inicios mismos del régimen resultante de la Revolución Mexicana de 1910. Pero también, si nos atenemos a los datos históricos, la corrupción permea en el país desde la Colonia española.

Pero durante las administraciones neoliberales no hubo obra pública que no llevara su consabido “moche” de comisión para los funcionarios que tuvieron la facultad de asignar dichas acciones. Como consecuencia de esta práctica, el encarecimiento y mala calidad en los trabajos fueron y siguen siendo la regla y no la excepción. El modus operandi es simple, solamente había que inflar precios y costos y que el dinero público, por medio de la asignación de obras para los cuates desde el gobierno, fluyera a manos privadas en un barril sin fondo que hasta estos días persiste en las obras que heredó el sistema neoliberal; aunque raramente ese recurso quedaba solo en manos privadas.

Ejemplos sobran en la actualidad, dadas las noticias que emanan del actual gobierno federal, pues un día y otro también anuncian nuevos descubrimientos sobre las tropelías y robos en despoblado; bien dicen en redes sociales que “dónde sea que se apriete, sale pus”: Fertinal, Odebrecht, Tren Toluca-México, Pemex, CFE, y un larguísimo etcétera.

Los ataques, cada vez más coléricos y desesperados de la disminuida oposición, tanto política como empresarial, me hacen pensar que sienten cada vez más cerca el lazo de la justicia cerca del cuello y el miedo, los hace declarar barbaridades como ofrecer dinero para asesinar al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Además, es la primera vez en la historia de México en que las elecciones intermedias significan tanto para todas las fuerzas de poder que coexisten en nuestro país, en especial la Cámara de Diputados, misma que la oposición y sus titiriteros saben que es importante dominar, si es que quieren mantener, no solo el registro como partidos políticos, sino su propia existencia como grupos de poder.

Las proyecciones propias y las afines al actual régimen indican que Morena no solo mantendrá su mayoría en la Cámara baja, sino que además, podrá tener la oportunidad de ganar la mayoría absoluta, con lo cual no necesitaría, como hasta ahora, depender de asociaciones con otras fracciones en el Congreso, y por ende, lograr por sí solos cimentar la Cuarta Transformación que ha puesto en marcha el Presidente. Es decir, la debacle de los grupos opositores que están visualizando en ese muy probable futuro es tan colosal que se es quita el sueño de poder, de nuevo, volver a contar con esa fuente de enriquecimiento ilegal y millonaria.

Entiendo entonces las razones para que enemigos tan disímbolos entre sí se puedan aliar para intentar al menos, frenar o disminuir la influencia que tiene López Obrador y que saben que seguirá aumentando tras el triunfo morenista el 6 de junio próximo. ¿Pero había necesidad de crear un cártel mafioso tan obvio? Ellos piensan que sí, puesto que con cada nueva reglamentación y/o ley nueva aprobada, ven cada vez más acotada su margen de maniobra para seguir “mamando de la ubre presupuestal”.

Casi tres años después de que los golpeara el tsunami obradorista aún no conciben un país fuera de su control, que por más de 40 años, y dejar las arcas nacionales y la hacienda pública al borde del colapso. Y por ello, antes de sucumbir, intentarán tanto como puedan, incendiar el país y crear el caos para que (en sus calenturientas mentes) todo le sea atribuido a AMLO.

Pero, además, por una parte el INE, su presidente consejero y otros más, de manera escandalosa se han puesto de lado de los opositores, buscando bloquear con argumentos legaloides y leguleyos a candidatos morenistas, mismos que no aplican a aspirantes de otros partidos, así como cambiar las reglas, con el proceso electoral ya en curso, con medidas que buscan disminuir los números de Morena. Mientras que los partidos políticos, por medio de la mentira, la difamación, difusión de fake news, los cuales no son castigados por el árbitro electoral, en el que incluso se conjugan dinero de fuentes desconocidas, pero que ni una amonestación reciben, en contraparte con las sanciones aplicadas in extremis, como es el caso de Félix Salgado y Raúl Morón, a quienes se les retiró el registro como candidatos a las gubernaturas de Guerrero y Michoacán por una falta administrativa.

Y aunque hay indicios de un golpe de estado suave desde antes de las elecciones de 2018, primero para que no lograra López Obrador acceder a la máxima magistratura y después para intentar descarrilar a la denominada 4T, la popularidad personal y de conjunto por sus acciones por los más necesitados y olvidados de este país, poca mella han logrado y por eso, la búsqueda de acciones más desesperadas les ha valido a los opositores que la mayoría de la gente le otorgue su preferencia al partido creado por AMLO.

Están dolidos, desquiciados, desesperados por ver tan de cerca los grilletes carceleros, sabiendo que los recursos públicos se alejan cada día más de sus bolsillo y que, a pesar de las argucias del INE y jueces a modo, muy pronto se convertirán en un pasado que dejará de ordeñar el presupuesto, dinero por el que, por desgracia, están dispuestos a matar.

Alegóricamente hablando, causaron tanto daño al país con el neoliberalismo, que literalmente abrieron la caja de Pandora y dejaron salir todos los males, excepto a la Esperanza, a la que dejaron dentro. Y eso es a lo que debemos aferrarnos, a que no vuelvan nunca más a tener el poder en México.