Por el bien mayor, sin sacrificios ni mentiras
ECOS DEL SILENCIO
Eddy Antonio Hernández Peralta
Bien hizo el presidente López Obrador en llamar chicanadas a las acciones del INE contra la revocación de mandato hace unos días, más aún cuando el consejero presidente el organismo rector de las elecciones en México apenas declaró que se aplazaba dicho ejercicio democrático “hasta que se tuvieran los recursos suficientes” para llevar a cabo la consulta al pueblo mexicano sobre si aprueba o no que se vaya el Presidente por no tener la confianza de los ciudadanos de este país.
Cualquier medida para posponer o cancelar la revocación de mandato de AMLO, sólo busca evitar que cualquier consulta en ese sentido se confirme al alta aprobación que recibe el titular del Ejecutivo federal, por lo que el discurso del INE o de cualquier opositor a la Cuarta Transformación –y por ende, de Andrés Manuel– de supuestamente defender la democracia cae por su propio peso; sería prudente que recapacitaran y dejaran de intentar mantener su oposición al ejercicio como un cálculo político, asumiendo que al no hacerlo, habrá de opacar y menguar la confianza que mantiene el pueblo de México hacia su Presidente.
Bien harían ambas cámaras legislativas (la del Senado y la de Diputados) en iniciar y llevar hasta su último término un juicio político contra los consejeros de INE que votaron por avalar la propuesta de diferir los trabajos de organización y la fecha de ejecución la consulta mencionada, ya que dicho planteamiento es violatorio de la Constitución; lo cual ameritaría que dichos consejeros electorales fueran a prisión por desacatar la Ley máxima del país. Por que por encima de cualquier diferencia entre los partidos políticos, por muy legítima que esta fuera, debe prevalecer la máxima expresada por Vicente Guerrero: “La patria es primero”.
Al parecer, la intención de quienes detentan la administración del INE, junto con sus no tan ocultos patrocinadores, es crear un poder supranacional desde el órgano electoral por encima de la Primera Magistratura del país, una especie de gobierno en las sombras para poder seguir manipulando los destinos del país a su total arbitrio y antojo, tal como lo hicieron durante todo el periodo neoliberal. Todo para evitar ser vapuleados en las urnas, tanto en la consulta popular sobre la revocación de mandato como en las elecciones venideras del año próximo; porque al parecer, apenas se están dando cuenta que, a pesar de tantas coaliciones, alianzas, organizaciones y demás esperpentos que han creado en los últimos tres años, simplemente no han hecho mella en la confianza ganada a pulso del fundador de Morena (primero en las urnas el 6 de junio de 2018, a lo que hay que sumar los porcentajes conseguidos desde entonces con las acciones tomadas por el Peje en este lapso); mucho menos en lograr siquiera ganar por cuenta propia esa supuesta pérdida del Presidente hacia sus respectivos cotos de “poder”, pues se han vuelto tan reducidos, que este 2021 sólo pudieron ganar 3 de las gubernaturas que estuvieron en juego –incluida la de Guerrero, donde lograron manipular exitosamente la chicanada contra Félix Salgado Macedonio, misma que se les revirtió estrepitosamente y que perdieron en cualquier instancia a la que recurrieron para impedir el triunfo legítimo de Evelyn Salgado Pineda–, muy pocas diputaciones en general, así como ayuntamientos, dado que México se pintó en alto porcentaje con los colores de Morena en solitario o en alianza.
Previsible, pues, la desesperación, el enojo, la incertidumbre, la envidia, la frustración de dichos actores políticos de corte conservador.
Parafraseando una editorial del New York Times, “no entienden que no entienden”, al grado tal que en la última reunión de la Conago, la famosa Alianza Federalista quedó en cenizas y sin posibilidad de resurgir de ellas; pues a pesar de los intentos vanos de todos los dirigentes partidistas del PAN, PRD, PRI, y MC, de intentar erigirse, juntos o por separado, en oposición relevante contra Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación, en los últimos días sucumbieron todos al atender el llamado del Peje a dejar rencillas atrás y entablar diálogo para, ahora sí, atender las necesidades de la gran mayoría de los mexicanos con una perspectiva nacionalista, empática y por encima de cualquier ideología para restañar las heridas para sanar de una vez por todas la crítica situación que aún prevalece en buena parte de nuestro México.
La mano que esta vez se extiende, no tiene el garrote en la otra (como la ofrecida por el genocida Díaz Ordaz y su paranoico secretario de Gobernación, Luis Echeverría), si no una que lo hace sinceramente y con el corazón en la mano.
¡Ojalá ahora sí lo entiendan!