La obligatoriedad de las vacunas

Redacción

Conforme avanzan los programas de vacunación se observa cómo en las naciones donde el porcentaje de población vacunada es alto, van gradualmente permitiendo el retomar la totalidad de actividades, sociales y económicas, que por meses estuvieron suspendidas. El avance también ha significado que ciertas medidas de prevención, como el uso de cubrebocas, comiencen a ser menos rigurosas.

Recientemente, el gobierno de Estados Unidos informó a la población vacunada con ciclo completo que se les permitirá dejar de portar mascarillas en público. Si bien esta disposición tiene como foco relajar los protocolos en espacios públicos, al aire libre, se comienza a ver cómo algunos centros de trabajo como Walmart, ha anunciado que sus empleados y clientes completamente vacunados podrán dejar de utilizar cubrebocas.

Esta acción, según relata una nota del canal de noticias financieras Bloomberg, podría repercutir en la manera en como otras empresas responden a las directrices del gobierno estadounidense.

¿Se podrían esperar en México medidas similares? La recomendación del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), si bien no aplica para México, sí nos permite anticipar cómo podrían configurarse escenarios similares una vez que alcancemos un porcentaje alto de población inoculada.

Con apenas cerca del 13 por ciento de la población inmunizada con al menos una dosis, principalmente adultos mayores de 60 años y personal médico, personal del sector educativo, en nuestro país el uso del cubrebocas continúa siendo una medida de protección básica.

Hoy sabemos que el diferente portafolio de vacunas que han sido autorizadas han demostrado ser efectivas reduciendo el riesgo de desarrollar la enfermedad de forma grave, lo cual es sumamente relevante, no solamente por permitir que el nivel de ocupación hospitalaria sea bajo, sino también por salvar vidas.

El vecino estado de Texas, el segundo más poblado de Estados Unidos, reportó apenas este domingo pasado, según lo anunció el gobernador texano, que no ha registrado en una jornada ningún fallecimiento por Covid-19 por primera vez desde que comenzó la pandemia.

Las vacunas funcionan y permiten a su vez que más sectores de la economía se reactiven. En México, el retorno a clases presenciales no sólo pasa por que el nivel de riesgo epidémico muestre el anhelado color verde del semáforo epidemiológico, sino también por tener vacunado a todo el personal de las escuelas, y no estamos hablando únicamente de maestros, sino también de personal administrativo, intendencia y, en general, todos quienes acuden a los planteles educativos a laborar. Las vacunas se convierten en requisito para el retorno a lo que conocíamos como “normalidad”.

En nuestro país, la Estrategia Nacional de Vacunación está apenas por concluir su segunda etapa, de cinco en total, al mismo tiempo que arranca en algunas entidades la etapa tres (vacunar a personas de 50 a 59 años de edad).

En vista de la efectividad de las vacunas, y para garantizar entornos seguros de trabajo, ¿pueden las empresas comenzar a hacerlas exigibles a sus empleados cuyo rango de edad ya aplica para vacunación? ¿puede algún trabajador negarse a que se le apliquen? Hoy en día, no sólo no es posible exigir la vacuna, sino que tampoco podrían los patrones suministrarla; esto sin contar que el uso aprobado es aún de emergencia. La Ley Federal del Trabajo (LFT), sí establece que los trabajadores estarán obligados a observar las disposiciones de las normas oficiales mexicanas en materia de salud, sin embargo, el propio gobierno federal ha dicho ya que la vacuna contra el Covid-19 no será obligatoria.

Los patrones, por su lado, solamente estarían obligados a suministrar la vacuna en el caso de que la autoridad sanitaria lo determinara para prevenir enfermedades o por peligro de epidemia, lo cual tampoco ha sucedido. Por lo anterior, y con base al artículo 133 de la LFT, los patrones no podrán negarse a aceptar a ningún trabajador ni por su condición de salud o por no aplicarse la vacuna, pues implicaría discriminación.