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EL SILLÓN DEL ABUELO

Javier Soriano Guerrero

En Gómez Farías, Chihuahua, terminé de estudiar la secundaria. En la escuela secundaria por cooperación Emiliano Zapata estudié el tercer año.

En este grado tuve un maestro, no recuerdo su nombre (creo que se apellidaba Talavera) ni de qué materia; en una de sus clases nos hizo que leyéramos un libro y que hiciéramos una síntesis del mismo. Cada alumno debía escoger un libro diferente.

Nos dio la indicación que hiciéramos tres hojas a mano, firmada con un seudónimo. Ya que estuviera el escrito terminado lo pusiéramos en un sobre y en otro sobre pusiéramos nuestro nombre y el seudónimo que habíamos utilizado en la síntesis, y los metiéramos por debajo de la puerta de su casa.

Yo escogí el libro ¡Hundan al Bismarck!, no recuerdo el autor.

Después del plazo para entregar los trabajos y de calificarlos, el maestro, en su clase, nos dio su evaluación. Dijo que el mejor trabajo era el firmado por Clave Azul, que era mi seudónimo. Sin embargo, hizo la aclaración que había sintetizado demasiado el libro, pero que el trabajo estaba bien hecho.

Esto lo saco a colación porque en mi trabajo periodístico muchas personas, incluso periodistas, se quejan de que no pueden o no saben sintetizar. Será la práctica o será algo que uno aprende empíricamente, el asunto es que pienso que para mí se me da fácil, y creo que es fácil. Sólo hay que echarle ganas.

La escuela tenía un terreno para sembrar maíz. La siembra la hacían los alumnos del segundo año para que cuando estuvieran en tercero hicieran la cosecha. El producto se vendía y con ese dinero se financiaba la fiesta de graduación, y si quedaba algún remanente se repartía entre los egresados, o si alcanzaba para un viaje a la capital, Chihuahua, se hacía.

En la graduación que me tocó nada más alcanzó para la fiesta. Recuerdo que había una muchacha bien bonita que la quería para madrina, pero me la ganaron, jajaja.

Como les relaté anteriormente, todas las muchachas de aquel rumbo eran hermosas, así que escogí a otra que también me gustaba, aunque era como tres o cinco años mayor que yo, así que ella fue la elegida para ser mi madrina. Aún conservo la foto de la fiesta de graduación con mi madrina.

Antes de terminar el curso, se presentó un enviado de la Secretaría de Educación Pública a ofrecernos plazas de maestro. El ofrecimiento era entrar a trabajar al terminar el año escolar en cualquier lugar de Chihuahua y con plaza. Sólo un compañero se animó y supongo que le dieron la chamba. En aquellos tiempos así de fácil era conseguir trabajo.

Bellos recuerdos guardo de aquel lugar, la gente era sencilla y educada, espero que aún sigan conservando esa candidez que me encantó.

Después de dos años en Gómez Farías regresé a Acapulco, pero en Chihuahua tomé el tren Chihuahua-Pacífico, hasta Topolobampo, Sinaloa. Qué bellos paisajes se disfrutan en todo el recorrido y eso que el viaje lo hice en verano. En invierno, con las montañas y todo el paisaje nevado, ha de ser fabuloso deleitarse con tan bellas estampas de la naturaleza.

Si algún día tienen oportunidad de viajar, no escojan irse al extranjero, visiten al menos una vez en su vida esta ruta. No se arrepentirán.

Saludos.