En Acatlán, cientos de Tigres participan en el ancestral ritual de Atsatsilistle – Petición de Agua o Lluvia

Dassaev Téllez Adame

Durante 3 días, por espacios de hasta 4 horas, cientos de Tigres participan en el ancestral ritual de Atsatsilistle (Petición de Agua o Lluvia), golpean sus máscaras para invocar a la lluvia y tener así una buena cosecha.

Pobladores dicen que poco a poco, esta tradición se ha venido descomponiendo y ha comenzado a perder su ancestral esencia, ya que no solo van a pedir por las lluvias, ya también piden por una mejor salud o cosas banales.

Los habitantes de Acatlán, recuerdan que, desde sus ancestros Náhuatles, se les ha venido inculcando el pedir al dios Tláloc por tener una temporada de lluvias favorables para sus cosechas.

En su mayoría hombres, habitantes de esta comunidad se visten de tecuanes (tigres o jaguares), se vendan las manos, se colocan guantes de box, de cuero y reforzados y se enfrentan a golpes, solo se permiten golpes a la cara, la cual está protegida por la mascará hecha de piel de res.

“un golpe a la máscara por cada gota de lluvia, en caso de ser una gota de sangre, significa que la lluvia va a ser mejor”, indican.

Cabe señalar que algunos detalles del ritual, son guardados y no son divulgados a los visitantes.

Señalaron, poco a poco, desde hace casi 20 años, se han venido olvidando de la esencia del ritual “que es la lluvia, las cosechas”, han olvidado la piedra del sacrificio, han colocado las cruces católicas, primero una grande, pero ahora son 3 y poco a poco la gente ha ido construyendo otras cruces.

Incluso, explicaron que en las peleas ya no solo son para pedir lluvia, son para ver “cuantas peleas ganan, a cuantos se madrean”, pero que quieren recuperar esa esencia, aunque ya se hayan juntado las religiones, por lo que, a la vieja usanza, sacrifican más de una veintena de gallinas para ofrecerlas a las deidades náhuatles, para después prepararla y ofrecer de comer a todos los penitentes, también se ofrece una ofrenda, tanto para las deidades indígenas como las católicas, para pedir por una buena cosecha y temporada de lluvias.

Este año, más de mil personas presenciaron el segundo día de este ritual, el cual se celebra en la punta de un cerro cercano, donde, para llegar caminas hasta 4 horas desde la localidad de Acatlán hasta ese punto y poder así refrendar sus mandas y presentar sus ofrendas.

En las peleas, participan cientos de hombres y algunas mujeres, a las cuales hasta hace pocos años atrás se les permitió el participar en este ritual, ya que consideraban que era una actividad propia de los hombres.

Se pueden observar tigres desde los 4 años de edad, hasta personas de casi 50; algunos han peleado desde hace más de 25 años.