De retrasos y fallas

ECOS DEL SILENCIO

E. Antonio Hernández Peralta

Tras varias semanas de un discurso de odio y confrontación de los opositores a Andrés Manuel López Obrador y nulas propuestas para ganar el voto ciudadano, por fin culminó la elección intermedia en México. Acusaciones, dolo, mala fe, mala leche y hasta contradicciones en sus declaraciones permearon en las campañas de dichos menesterosos.

Pero, tras haber sufragado en elecciones desde 1988, su servidor ha visto pasar innumerables muestras del poder del dinosaurio, y más tarde de los panistas; en las que sin duda alguna, siempre escamotearon el voto a la población para beneficio suyo. Aunque estas prácticas aún persisten (muestra de ello fueron los destrozos en Metepec, estado de México, y que sujetos armados amenazaran a electores en diversos puntos del país), se enfrentan ahora con la actitud madura de la gente, que les reclama y hasta confronta a los perpetradores. Pero la manzana de la discordia, todavía está del lado de los organismos reguladores electorales, pues fue moneda corriente en estos comicios, que los funcionarios de casillas carecían de suficiente preparación y hubo retrasos en la instalación de las mismas, así como demostraron poca empatía u organización a la hora de llevar a cabo el procedimiento de entrada y salida de los votantes.

Pero eso es pecata minuta comparado con las fallas que se dieron durante la prueba de varios Organismos Públicos Locales Electorales (Ople), de diversos estados, y que incluso en Guerrero, estuvo a punto de no funcionar el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), del Instituto Electoral y Participación Ciudadana del estado (IEPCGro), al presentar diversos fallos en el funcionamiento del mismo y no fue hasta un día antes de los comicios que se pudo dar el visto bueno al PREP estatal.

Primera pregunta técnica: ¿por qué se iniciaron las pruebas del sistema apenas dos o tres días antes de la fecha límite? No es posible que, teniendo un lapso suficiente entre 2018 y 2021, no se hubiera probado previamente el PREP para verificar que no presentara anomalías; ni mucho menos que no se tuviera un plan alternativo, en caso de que se detectaran las mismas. Dado el historial que los árbitros electorales han tenido a lo largo de varios lustros en cuanto a que apoyaron la manufactura de fraudes contra los entonces opositores a los regímenes priístas y panistas, con burdas maniobras, incluso, para no permitir que accedieran al poder; es sospechoso (por decir lo menos) que tales pruebas se hagan con tan poco margen de tiempo, pero más suspicacias generó que no hubiera un plan alternativo para solucionar los problemas.

Segunda pregunta: ¿qué es necesario hacer para que la confianza en los reguladores electorales sea plena y no se generen dudas de su actuar? Porque, honestamente, más que árbitros, parecen parte de la oposición contra López Obrador y sus aliados, lo que causa escozor entre quienes hemos bregado contra la maquinaria aplanadora priísta y las burdas maniobras de la docena trágica del panismo con Fox y Calderón como presidentes; tanto así que vimos resurgir fantasmas que creímos superados, como el famoso 0.56% que impuso el espuriato de Felipe Calderón en 2006.

Ya no necesitamos que persistan este tipo de prácticas marrulleras, sino que se consolide por fin, nuestra democracia, aún con las fallas propias de la misma, pero que nos otorga un marco jurídico suficiente para coexistir, aunque no compartamos opiniones.

Ojalá que empecemos a superar estos obstáculos para poder empezar a disfrutar a plenitud de nuestras decisiones, aunque a una minoría le moleste que a la gran mayoría tenga derecho a opinar y a ejercer su derecho al voto.