Congreso: el tramo final
VELADERO
Roberto Ramírez Bravo
Se convirtió en un lugar común en los últimos dos años y medio, decir que la actual legislatura del Congreso local, donde Morena tiene mayoría, ha sido la peor de la historia reciente.
No era una casualidad: amén de que los temas legislativos importantes, como la despenalización del aborto, los matrimonios igualitarios, entre otros, se quedaron pendientes; hubo otros asuntos que daban vergüenza ajena, como la incapacidad que tuvo esta legislatura para emitir una convocatoria a fin de nombrar al nuevo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que sustituiría a Ramón Navarrete Magdaleno; la opacidad en el manejo no solo de los recursos financieros, sino en todo lo referente a la transparencia de la información que se mantuvo en un punto igual a cero en estos dos años.
Hubo varios coordinadores de la Junta de Coordinación Política: Pablo Amílcar Sandoval; Antonio Helguera, Jesús Villanueva, y hoy, Alfredo Sánchez Esquivel. Ya sea porque hubo muchos cambios y, salvo el último, los tres primeros se dieron en el contexto de una disputa interna por el control del Congreso, lo cierto es que los temas se fueron rezagando de manera asombrosa. Mientras los diputados estaban más interesados en la confrontación interna y campeaba la división, el rezago se hacía más grande.
Hace un poco más de dos meses el Congreso llevó a cabo el que podría ser el último cambio de coordinador de la Jucopo. Eso se vio como parte de un relevo de grupos políticos. Mientras los primeros fueron todos, incluido Helguera, con quien después hubo un rompimiento, miembros del equipo de Pablo Amílcar Sandoval y Luis Enrique Ríos Saucedo, el último coordinador, Alfredo Sánchez Esquivel, es parte del equipo político del candidato a gobernador, Félix Salgado Macedonio.
Su llegada implicó un reacomodo en el Congreso, y ocurrió justo en el momento en que cohabitaban dos fenómenos: por una parte, la intensa guerra sucia contra Salgado Macedonio, y por la otra su definitiva ratificación como candidato a la gubernatura. Es decir, esta circunstancia logró el reacomodo de fuerzas, al grado de que algunos legisladores, como Norma Otilia Hernández, afín al pablismo, se reacomodaron con la nueva fuerza del candidato a gobernador.
Pero no solo fue un cambio de bando político. Lo que empezó a verse fue también un cambio en las prácticas administrativas. En dos meses y medio ocurrió lo que no se pudo en 28: se emitió la convocatoria para renovar al titular de la Comisión de Derechos Humanos y a consejeros de este organismo, así como a los del Instituto de la Transparencia y la Información en el estado (Itaigro). En el caso de la Coddehum sería risible, de no tratarse de algo tan serio, que Navarrete Magdaleno apenas presentó su sexto informe, cuando solo fue nombrado por cuatro años.
Para dimensionar el rezago legislativo, basta el dato de que solo la Jucopo había recibido 246 trámites (turnos, les llaman en el Congreso) y en los 28 meses desde que inició la actual legislatura, solo se desahogaron 15, es decir, menos de 10 por ciento. Pero ahora la Jucopo, en estos dos meses ha desahogado 57.
Sánchez Esquivel explicó en una conferencia reciente que se trató de mostrar, con el ejemplo, que sí se puede avanzar para sacar el rezago, y la consecuencia de ello fue que otras comisiones empezaron a hacer lo propio y algunas, como la de Justicia, estuvieron sesionando diario de 9 a 18 horas durante el período de la Permanente.
En este tiempo récord, se aprobó en el pleno el Comité de Transparencia, para abrir el Congreso a la mirada pública. Esto ha sido significativo porque justamente es el Legislativo quien vigila y exige a los demás poderes y organismos autónomos que se apeguen a los lineamientos de la transparencia, y en la Legislatura había toda la opacidad posible.
Sin embargo, otro detalle de risa, de no ser un asunto tan delicado, fue que la información pública no se podía poner a la vista de la gente simplemente porque el equipo de Informática no tenía actualizados los vínculos a las páginas correspondientes. Una cuestión técnica de nivel de escuela secundaria, ha tenido paralizado al Congreso en esta materia durante el paso de tres coordinadores.
Sánchez Esquivel, un diputado local por el municipio indígena de Ayutla, le ha metido una nueva dinámica. Está empeñado en abrir la información en todos los ámbitos, apenas reservando, si fuera el caso, los asuntos de seguridad; también en que haya transparencia en las compras y estas se apeguen plenamente a las leyes de la materia, cosa que no ocurría; y en que el tiempo que le queda al frente de la legislatura, se actualice el inventario de los bienes que están en poder del Legislativo.
Hay un cambio interno que podría generar un cambio hacia afuera en los legisladores y su administración. No deja de ser lamentable que este empiece 28 meses después de que inició la legislatura, pero de todas maneras es importante que ocurra.
Quizá a Sánchez Esquivel no le vaya a alcanzar el tiempo para llevar a cabo su propósito, porque su período está próximo a terminar. Pero si logra sentar las bases para un cambio será bienvenido, y que nadie diga que, aunque sea al final, esta legislatura (de la que ya se separaron 13 diputados en busca de postulación a otros cargos), no trabajó.