Aprendizaje

EL SILLÓN DEL ABUELO

Javier Soriano Guerrero

La semana pasada les comentaba de mi estancia en Gómez Farías, Chihuahua. Hoy quiero relatarles otras cosas que aprendí en este lugar ubicado en un valle, rodeado de la naturaleza.

Para llegar a este lugar, de la capital, Chihuahua, se tomaba un camión que iba por esa ruta. Hasta Ciudad Cuauhtémoc estaba la carretera pavimentada, a partir de ahí pura terracería. El viaje era de unas ocho horas, así que llegaba uno todo lleno de polvo a Gómez Farías. Como fantasmas. Hoy ya hay carretera pavimentada y luz en el pueblo.

La región era fría, más en invierno, cuando nevaba. En esta época andábamos cubiertos de todo el cuerpo para mantenernos calientes, sólo se nos veían los ojos de tan cubiertos que andábamos. Recuerdo que una vez que fui con mi tío a la cacería de grullas y gansos, estábamos a medio campo cuando se me desató la cinta de una de las botas, como no podía anudarla de nuevo por los guantes que traía, me los tuve que quitar. Al instante se me helaron las manos y nunca pude hacer el nudo de la agujeta. Así que tuve que caminar con la bota media floja.

Todas las mañanas tenía que ir como a cinco cuadras de la casa a comprar leche, iba a las 7 de la mañana, a esa hora había mucha neblina en las calles y varias veces estuve a punto de toparme con las vacas que andaban por las calles sueltas. Tremendos sustos que me llevaba.

En las casas había “calentones”, que era la calefacción alimentada con leña. Aprendí a cortar los troncos con hacha; me enseñaron a utilizar guantes de carnaza para evitar las ampollas. Recuerdo que cuando saludaba a las muchachas se burlaban de mí, porque decían que tenía manos de señorita. Jajaja, si yo no me cuidaba nadie lo iba a hacer por mí. Desde entonces me acostumbré a usar ese tipo de guantes al hacer algún trabajo pesado.

Tuve oportunidad de visitar algunos poblados cercanos como San José Babícora, Namiquipa, El Porvenir del Campesino, Peña Blanca e Ignacio Zaragoza, son los que más recuerdo.

En esta región, en aquellos años, poco se conocía el fútbol, el deporte que más se practicaba era el básquetbol, así que tuve que aprender a jugarlo, porque en mi etapa escolar lo que más practiqué fue el volibol. Había un jugador un poco chaparrito que era buen basquetbolista, por no decir que el mejor del pueblo, se llamaba Efraín Nevares. Él y su hermano Ubaldo fueron mis mejores amigos en los dos años que estuve en Gómez Farías.

Las muchachas, ahhh las muchachas, qué bonitas eran (y aún), y muy liberales para la época, pues ellas eran las aventadas para hablarle a los muchachos, ellas los buscaban y se les declaraban. Qué bonitos tiempos aquellos.

Otra cosa que me enseñaron es a contestar una pregunta con una respuesta, no una pregunta con otra pregunta, ejemplo: ¿vas a la tienda? Respuesta: ¿Por qué?, en vez de decir: Sí, voy, ¿quieres algo?

Desgraciadamente no en todos los lugares se estila así, además que no todas las personas aprenden buenos modales.

Y como dijo Don Teofilito: ni aprenderán.

Saludos.