Los golpes inflacionarios
Manuel Nava
EL LADO FLACO
La tendencia inflacionaria que enfrenta el mundo es generalizada, pero como todos los fenómenos económicos, la manera y la intensidad con la que golpea a los hogares es diversa.
Cuando un fenómeno económico como la inflación tiene un impacto desproporcionalmente mayor para la población que pertenece a los estratos de ingreso menores se dice que tiene un efecto regresivo debido a que produce una ampliación de las brechas de desigualdad social.
Los pobres se hacen más pobres y los ricos más ricos. Pero esto no se queda sólo en dinero, las brechas sociales tan amplias producen que las familias más pobres tengan más carencias en alimentación, educación, vivienda, salud, servicios, seguridad social y desarrollo cultural y profesional. Al tener dificultades para acceder a estos derechos, quienes nacen y crecen entre los hogares más pobres tienen menos oportunidades para salir de la pobreza o vulnerabilidad económica.
En países con niveles de desigualdad tan altos como México, mientras para algunas familias con ingresos altos la inflación puede significar apenas una redistribución del gasto o una reducción de la riqueza, para otros hogares compromete su seguridad alimentaria, su acceso a derechos básicos como la salud o la educación e incluso les pone vulnerables a la pobreza.
El lado flaco es que:
Las cifras desglosadas del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) del Inegi muestran que las tasas de inflación interanual son significativamente más altas para los consumidores cuyos ingresos familiares son menores.
Durante junio del 2022, en el estrato de ingresos familiares de un salario mínimo o menos –los más pobres– la inflación se ubicó en 8.74 por ciento, mientras que en el estrado de ingresos mayores a un salario mínimo y hasta tres, la tasa fue de 8.75 por ciento.
Para el estrato de ingresos mayores a tres salarios mínimos y hasta seis el nivel de inflación fue de 8.27 por ciento y para quienes tienen ingresos familiares superiores a seis salarios mínimos –los más ricos– el registro fue de 7.57 por ciento.
Estas cifras muestran que para quienes viven en hogares con ingresos más altos la inflación es menor y esto se explica porque no todas las familias consumen la misma cesta de productos y servicios.
El hecho de que los hogares más pobres del país enfrenten un incremento de precios más pronunciado hace sentido si se observa que los rubros de alto consumo en estas familias son los que más se han encarecido: frutas, verduras, cereales, productos animales, alimentos procesados, servicios de salud, medicamentos, productos de higiene personal y de limpieza del hogar y transporte.
Mientras que en la canasta de consumo de los estratos de ingresos familiares más altos inciden otro tipo de bienes y servicios no necesariamente básicos, como entretenimiento, cultura o turismo, que no se han encarecido de manera tan pronunciada.